Hace no muchos años, cuando todavía no existían los correos electrónicos, ni los navegadores de Internet (por señalar algo de esta época), era común que a muchos se le leyeran las cartas.
Siempre hubo alguien poderoso interesado en saber que decían las cosas privadas de la gente.
¡Qué feo, no es cierto! Creo que -por suerte- al no existir ya el sistema de correspondencia antiguo eso no ocurre más.
Ahjajajajayyyy! Uyuyuyuyuyyyy!
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